Tus razones cavernícolas pretenden ser moralistas mientras se bañan del pecado, se parecen a las mías cuando era un fiel peregrino de carruseles y cometas. ¿Por que eres tan terca? Déjate llevar por el placer de dos cuerpos que quieren ser uno, cierra los ojos del corazón y abre la mano de la pasión, del amor gozado, de la lascivia…
Anda! Vamos al cuarto y desnúdate sin abrir la boca, camina lentamente sobre mi pecho y cuando topes el sur déjate caer sin cautela hasta el punto más alto de mi cordillera. Por que te avergüenzas de tu desnudes si mientras te cubres la piel el alma lucha por salir de la blusa que no se quiere quitar…maldito broche!
Ya que estamos aquí, tócame y bésame por donde quiera que veas piel, déjate de moralismo barato y entrégate al placer que tanto quieres expresar. Si, si, si entiendo tu punto de vista, pero que importa que seamos vecinas si tu marido ni el mío se tiene que enterar.
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